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Armando

Hoy que nuestro amado hermano Armando se nos ha adelantado en ese ineludible camino de retorno al barro, la luz y la infinita paz.


Busqué en mis archivos un poema que le escribí sus 70 años de vida... Lo comparto con todos porque es un RETRATO EN SEPIA de nuestro querido Manduco, güirisero de utopías y esperanza!


Que Dios le dé un sitio bonito en el corredor que tiene en el cielo para que Armando siga pintando y desde allá siempre en sintonía con nuestro corazón. Que así sea!


Agradecemos todos los mensajes solidarios que nos han enviado amigos nuestros y de Armando que conocieron su generoso corazón, su rebeldía, su eterna sonrisa y su respuesta al preguntarle cómo se sentía, respondía siempre con una risita de sana picardía: "Al natural"...



RETRATO EN SEPIA

A mi hermano Armando, en sus setenta años.


Mi hermano Armando está cumpliendo setenta años

pero sigue siendo el xokoyotl

el menor de los cuatro hermanos


Con él nos escapamos de la Catedral y de Monseñor Mejía

cuando yo tenía trece y él doce años

a finales de los años cincuenta

Hoy, todos setentones, junto a él

nos escapamos de la realidad

para seguir volando con la imaginación.


Fue contacto y correo de la guerrilla en los años setenta

Transportaba armas, guerrilleros, mitos y utopías.

En el exilio, con él, Claudia y sus dos hijos

vivimos juntos en Costa Rica

cuando nuestra casa en Curridabat,

además de taller de pintura

fue también centro de conspiración.

Ahí velamos al Chas Mejía en noviembre del 78

y ahí se encendió la chispa de lo que sería

Guitarra Armada

ahí compartimos pinturas, canciones, parrandas

y sobre todo, solidaridad y unidad familiar.


En los ochenta, en plena revolución,

en interminables jornadas después del trabajo

conversábamos y cantábamos

y recordábamos nuestra infancia

mientras alucinábamos

por el éter de una media de Ron Plata

de aquellos años

con cimarrona y boca de mango celeque.


Un día me mostró una comunidad de pájaros

en las Isletas de Granada

poblada de nidos de Oropéndolas

y sé que, en la Poza de Caulato y de Namancambra

que hoy llaman Cañón de Somoto

él se miraba en el Tezcatl de sus aguas

como un venadito arisco,

un pequeño mazatl.

Cuando vivíamos en El Espino

se desparecía, allá por Sonís y Las Papayas

entotorotado con güises, cenzontles y saltapiñuelas.


Armando es un niño grande

En sus bolsillos, entre las hilachas

carga piedritas de colores, monedas gastadas

y sueños extraviados

donde siempre tendrá también

algún papel arrugado

con el boceto de un perro, una carreta, una mariposa

o de un campesino que,

con alforja al hombro y machete en mano,

camina inclinado sobre su sombra

mientras un “alme´ perro” corre detrás de un cerco´e piedras

Sus dibujos pintados con la tinta del árbol brasil

pertenecen a esta época de la Insurrección y el exilio.


Hoy lo veo venir con su overol azul

o de bluyín con tirantes

su cola de caballo con brochazos de la cal del tiempo

sus manos anchas curtidas de pintura

su gran espalda de picapedrero

que un día rompió mi traje de bachillerato,

sus ojos pequeños y brillantes

y sobre todo, su enorme y generoso corazón!


Sus pinturas primitivas

fueron las primeras en denunciar

el despale indiscriminado

cuando no se hablaba del fenómenos del Niño

ni del Cambio climático, ni del fin del mundo.

Luego, sus ojos asombrados se encontraron con petroglifos

y las huellas del tiempo, el viento y los pájaros

entre piedras pintadas, pozas y caminos

que hoy mágicamente recrea como un viejo Tlahcuilo

en sus lienzos color de tierra

orgulloso de su oficio

cultura nahualaca, dice,

asimilada en aquellos años de búsqueda incansable

en los cerros del Norte.


Me convence rápidamente

entre risitas cómplices

de todo lo que ha aprendido de los libros

y de la vivencia con los campesinos de Somoto

o lo que inventa su extraordinaria imaginación

acerca de la historia de nuestros ancestros

y el origen de las palabras

que le suenan ensalivadas

al pronunciarlas en náhuatl.


He aprendido de él a ver la metamorfosis

en los códices antiguos

el Ahuizotl, el Nahui Ollín, al Papalotl

Venus en su esplendor,

el Xolotl en los amaneceres de Managua

el éxodo en las perennizadas y petrificadas

huellas de Acahualinca

el jaguar en su hermosa y abstracta expresión

el lenguaje del viento, la luna, la noche…


Un día me regaló una ocarina

con el alma de un pájaro en su vientre de barro

Cuando la soplés, -me dijo con los ojos brillantes,

saldrán mariposas de color turquesa, jade y amarillo

y vas a escuchar la música del viento prisionero

en esa miniatura de barro,

al natural, concluyó.


Cree que nuestra cultura

tiene antecedentes en extraterrestres y sondas espaciales

y me encantan sus grandes lienzos

que reproducen árboles azules

cargados de pájaros de ojos grandes

dualidades, calendarios y caracoles que flotan en el espacio

con un cielo color ocre, pulido, como la cerámica Ulua.


A pesar de un soplo en el corazón desde joven

fue campeón de lanzamiento de bala, disco, jabalina

y cien metros planos en el colegio

Luego fue campeón panamericano

De lanzamiento de disco

Y también, en los últimos años

ha sido campeón de la tercera edad

Hace unos años le pusieron un marca pasos

Por eso anda más despacio o menos urgido

con su alma de Chorotega y su orgullo Amerindio


Mi hermano Armando

fue hecho del barro segoviano

y ahora que lo retrato en sepia

cuando cumple setenta años

lo veo como a un venerable Huehue

que sabe que no hay vida sin raíz

ni raíz sin cultura, ni cultura sin amor

con el mismo amor que ha hecho su familia


Por amor emigró con Claudia y sus primeros hijos a Costa Rica

Por amor emigró también con su familia a EEUU.

Miami y San Francisco de California conocieron

su amor por Somoto, en sus paisajes terrosos,

sus hornos de barro,

sus mediaguas y cerros pelados,

chompipes, sandías y máscaras

Por amor a sus raíces regresó a Nicaragua

Y volvió a poblar su casa de nidos de pájaros,

Jícaras, igüillas, tapas de barriles, nidos de pájaros

barriletes y cometas, máscaras de aluminio y corteza de palma

Las paredes tapizadas de cuadros

En esos años, el amor de Lesbia tocó a su puerta.


Con seis hijos sigue siendo un niño grande

construyendo con sus pinturas un mundo onírico y mágico,

repleto de símbolos y reflexiones profundas.


Este es el retrato en sepia

que con amor he querido hacer

de este inmenso pajarraco

que es nuestro hermano Armando

Un ropero lleno de ternura

El cuarto hijo de doña Elsita y el Chas Mejía

El menor de los varones ,

el yokoyotl

que hoy cumple setenta años

y lo celebramos con cariño, alegría, admiración y respeto

porque él es un Huehue

un venerable y sabio anciano

al natural.


Luis Enrique Mejía Godoy

Nicaragüita, mayo, 2016

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