Mi madre
me enseñó a caminar
sobre la tierra
reconocer por el tacto
la noble humedad de la tinaja
y el perfecto diseño
del pan.
Mi padre
me enseñó a andar
los hermosos y duros caminos
del canto
el origen de la voz de los abuelos
dialogando con crepúsculos
y cielos estrellados.
Ambos me dieron no sólo la vida
sino también
el maravilloso recurso
de la ternura
el agua siempre transparente
de la amistad
el deber incuestionable
de ser feliz
y el derecho de amar y ser amado.
¡A ellos entonces les debo
el amor a este oficio
de cantar con voz propia y amar la vida!
Luis Enrique Mejía Godoy (2012)
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